Autor/es

Iago Temprano Varela

Año edición

2007

Nº páginas

75

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Sinopsis

La intención de esta monografía lejos de querer ser una exhaustiva enumeración de leyes y preceptos jurídicos, es la de acercar al lector de la manera más sencilla posible, a las figuras de las extracciones y hallazgos marítimos.
Durante mucho tiempo se ha hablado de la tradicional desidia española hacia todo lo que estaba hundido en el océano. Los tribunales estadounidenses daban siempre la razón a los cazatesoros
ante la poca energía que ponían las autoridades españolas en la recuperación de su patrimonio: “Es un buque abandonado…cuyo propietario original no existe. El gobierno español no ha expresado interés en interponer reclamación como propietario-sucesor”. Éste es el contenido de la sentencia de un juez de Florida en 1983 sobre el Santa Margarita, galeón con el que se quedó el famoso cazatesoros Mel Fischer.

Las cosas parecen haber cambiado por parte de las autoridades españolas. España ya cuenta con un primer inventario de su patrimonio sumergido en los océanos de todo el planeta. La lista muestra los buques hundidos cuando España era una potencia naval
y supone una primera línea de trabajo para proteger los pecios del expolio y de los cazatesoros.
El mapa sólo muestra una parte de los yacimientos, ya que miles de
puntos desperdigados por todo el globo terráqueo aún siguen siendo un misterio, lugares donde se perdieron otros tantos miles de buques.
Pero, y qué mas da lo que valga todo eso. En España los tesoros no sirven para hacer dinero. Las leyes españolas no permiten comerciar con ninguna pieza que pertenezca al patrimonio español. La protección del patrimonio submarino pasa por elaborar cartas arqueológicas de todo el país e inventariar y documentar los pecios españoles en todo el mundo.

Las zonas arqueológicas subacuáticas más emblemáticas del litoral serán consideradas Bien de Interés Cultural (BIC), los centros de Arqueología Subacuática recibirán más dinero, se gastará más en la formación de los arqueólogos, se tratará de divulgar la importancia del patrimonio español más desconocido…
Ésas son las líneas generales del plan, ahora bien, el problema radica en evitar que todos los esfuerzos se conviertan simplemente en una declaración de intenciones. Porque no podemos olvidar que si no se destinan los medios adecuados, se invierte en la formación de profesionales cualificados y se tiene una verdadera conciencia del problema los cazatesoros siempre llegarán antes.